Este blog contiene textos dedicados a las familias, a los padres y madres para que eduquen con buenas prácticas. Tiene dos enfoques que se complementan: el psicológico y el jurídico. Está escrito por dos grandes profesionales y amigos. Antonio Lafuente y Antonio Ortuño. Esperamos que os sea útil.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Un niño de 6 años puede haber visto la TV, un año entero de su vida


Muchos padres y madres me preguntan si es bueno que los niños y niñas vean la televisión, si la televisión es educativa. Y yo siempre les contesto que no, que sólo encuentro desventajas. Pero claro, también no es saludable que coman bollería industrial, y la comen.
Suelo empezar la respuesta con esta afirmación propia: si quieres que tu hij@ sea un fracaso escolar, (o un fracaso personal) métele una televisión en su habitación. Es la mejor manera para aislarle del mundo real, de que no aprenda habilidades para la vida, para comunicarse, para expresarse, para relacionarse. Ver la televisión es una variable más que puede iniciar o mantener un proceso de inadaptación social. Les aleja de aprender a controlar su espacio más cercano, porque hace que le interese lo lejano e inaccesible.
La televisión es muy eficaz para eliminar el jolgorio que producen ocho niñ@s en tu casa. Pones la televisión,  y no hay niñ@s. Pero tampoco hay juego, ni comunicación, ni interacción, ni contacto, ni creatividad, ni pensamiento colectivo, ni imaginación, ni…
Varios informes, entre ellos el de Barlovento Comunicación de 2011, confirman que la televisión marca un récord histórico de consumo en los hogares: 239 minutos de televisión por persona al día. Se trata del tercer año consecutivo de incremento de la cifra de consumo. Esto significa que un hij@ puede ver de media al día 4 horas la televisión, (que es una barbaridad) cuando tenga 6 años habrá dedicado, un año entero, seguido y sin descanso, a ver la televisión. Tiempo perdido. Un año desperdiciado para establecer vínculos afectivos con tus hij@s, para satisfacer sus necesidades, para interactuar, para educar. Piensa cuanto tiempo dedicas al día para jugar con tu hij@, a hablar, a escucharle, a reírte, y cuánto tiempo se dedica a ver la televisión, aunque sea con compañía. Por el hecho de tener la televisión puesta mientras se cena, por ejemplo, se está desaprovechando oportunidades para hablar, para expresar opiniones y emociones, para aportar seguridad a tus hij@s, para mostrar nuestra disponibilidad y cariño, para ayudar a gestionar sus dudas, sus riesgos, sus decisiones. Luego vendrán “es que no me cuenta nada”“no se le puede decir nada” “no sale de su cuarto”…

viernes, 15 de febrero de 2013

8 razones para tener (y leer) el libro


Esto que presentamos hoy en sociedad es uno de los productos de esa prodigiosa capacidad del autor de hacer realidad los proyectos. No importa cuál fue la cascada de factores, sucesos y pensamientos que dieron luz al proyecto Familias Inteligentes, del que el libro forma parte, lo verdaderamente importante es que está aquí, en nuestras manos y que a mí, en cierta medida, me toca una parte de argumentar  el por qué de leerlo, de tenerlo, de usarlo o de recomendarlo.
¿Por qué? Voy a decir 8 ideas que están en el libro o que se deducen de él para ver si mi recomendación tiene sentido.
1.- Porque en el libro se establece un equilibrio ineludible entre el cariño y el control, entre el amor que se tiene por los hijos e hijas y su necesidad de aprender que los límites son parte del comportamiento social e individual. Sin tener que hacer elecciones entre el afecto y los límites, sin poner una cosa por encima de la otra. Alguien podría pensar, al leerlo, que este libro está más cerca del control y los límites que del amor. Sin embargo la pasión por nuestros niños y niñas es mucho más fácil de poner en comportamientos concretos que el control. Y, además, no hay forma más desinteresada de amor que la que antepone la felicidad a medio plazo de la otra persona a la propia satisfacción inmediata. La posibilidad de que los hijos e hijas aprendan lo que les va a permitir afrontar con seguridad su crecimiento a la necesidad intrínseca de todos los padres y madres de sentirse queridos y necesitados.
2.- Porque en Familias Inteligentes hay un norte claro y explícito: la autonomía e independencia de los niños y las niñas para poder convertirse en adultos felices. La unión entre felicidad e independencia es uno de los grandes objetivos de la educación. Es deseable que lo educativo sea

martes, 5 de febrero de 2013

Epílogo



Todas las madres y los padres, normalmente, desean de sus hijos e hijas que sean responsables, honestos, sociables, tolerantes, perseverantes, simpáticos, luchadores, sinceros, confiables, seguros, exitosos... y, sobre todo, felices. Educar en la actualidad no es tarea fácil, pero tampoco es una misión imposible.

La tarea educativa corresponde a toda la sociedad. Los padres, las madres, el abuelo y la abuela, la escuela, las amistades, la comunidad…son partes imprescindibles de un mismo proceso. Y las madres y los padres son las figuras indiscutibles de ese proceso, que guían y supervisan el proceso de crecer, que tienen la complicada misión de ayudar a sus hijos a ensamblar las
diferentes piezas de un complejo puzzle.

Educar es preparar a los niños para vivir en sociedad. La educación debe contribuir a formar personas que puedan convivir en un clima de respeto,  responsabilidad, ayuda mutua, tolerancia, libertad, igualdad… Educar es hacer que los hijos sean personas felices, sí, pero no se puede olvidar que los buenos ciudadanos, las personas buenas, son felices. Educar es potenciar sus habilidades para que puedan transformar la sociedad, para que participen activamente en la vida pública, para que piensen que otro mundo es posible.

La familia es el fundamento de toda sociedad civil bien construida, es la puerta de entrada al territorio, a la comunidad. Es indispensable para el logro del interés colectivo y de las relaciones respetuosas. La familia es, por tanto, la primera escuela de los valores. El desarrollo del respeto, la tolerancia, la libertad, la participación, la solidaridad, entre otros valores, se inicia en el seno familiar. Pero, ¿qué es lo que se valora en la actualidad?, ¿qué es lo que se desea para los niños? Cada familia debe elegir cuál es el marco de referencia en el que va a educar a sus hijos, cuáles son los valores que quieren potenciar.

Valores y educación forman una unidad inseparable. La educación no es neutra. Se prefieren, se desean, se eligen los valores. Los valores dan sentido a la educación, dan sentido a la vida. Son los que motivan a la acción, orientan las decisiones, las que guían el comportamiento.