Este blog contiene textos dedicados a las familias, a los padres y madres para que eduquen con buenas prácticas. Tiene dos enfoques que se complementan: el psicológico y el jurídico. Está escrito por dos grandes profesionales y amigos. Antonio Lafuente y Antonio Ortuño. Esperamos que os sea útil.

martes, 15 de enero de 2013

Del castigo a la toma de decisiones


Una educación inteligente tiene que estar lo más exenta posible de castigos.

El castigo, cuando se aplica, tiene el inconveniente de que el problema recae siempre en el campo del adulto. Por la forma de decirlo, por la forma de aplicarlo, los padres son los que deciden. Y claro, deciden mal. Son los que disponen las reglas de juego, los que “exigen” que se haga algo o se deje de hacer. Hacen de jueces, de policías, de protagonistas de la película, y con ello, empequeñecen a su hijo. No se fomenta la toma de decisiones ni la responsabilidad de los hijos. Lo único que se consigue es que el control de la situación siga estando en el campo de acción del adulto. Para que un niño crezca tiene que aprender a tomar decisiones, y los conflictos son una buena oportunidad para entrenarlas. Para ello el control ha de situarse en el campo de acción del niño. Los hijos tienen que creer que sus padres le van a ayudar a resolver sus problemas cuando lo estimen necesario.
veo inconvenientes en el castigo:-         Es reactivo: viene a destiempo, el hijo ya toma una decisión y de forma inesperada, se le castiga. Eso no educa, no ayuda a anticipar, a prevenir, a madurar.
-         El castigo suele ir acompañado de gritos, humillaciones y violencia, por lo que se produce malestar emocional en los hijos. Secuestrado por la ira, el cerebro del menor le cuesta madurar.
-         Enseña lo que no se tiene que hacer.
-         Es una demostración de poder desequilibrada, desproporcionada.

En el castigo, los padres tienen dos problemas: forzar al hijo a hacer algo que no quiere hacer y no darle o quitarle algo que quiere. Dos problemas, dos preocupaciones... y la única respuesta que le dejamos al hijo es la rabia alimentada por la percepción de injusticia.

Hay que cambiar la idea de castigo por la posibilidad de tomar decisiones, de motivar al cambio. El castigo es la insatisfacción de un deseo por la no realización de una conducta. La responsabilidad se construye con la satisfacción de un deseo a través de la realización de una conducta. No es lo mismo. La educación consiste en motivar para conseguir el éxito, no motivar para evitar el fracaso. En lugar del castigo, hay que animar a que tomen decisiones. Hay que pasar del “castigado sin helado por no comerte las judías”, al “si quieres helado, cariño, come un poco más de judías”. Y que decida el niño. Y se respeta lo que decida. 

1 comentario:

  1. Hola, muy interesante tu reflexión, pero me gustaría que me orientaras un poco, en ese sentido de no proporcionar castigos ¿cómo se puede sancionar una conducta equivocada? es decir, si el niño o niña ya han cometido la falta y han tomado la decisión de cometerla cómo les hacemos ver que esas decisiones equivocadas tienen consecuencias?

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